“The Shadow of your Smile”
Por David Breijo
Cuando fui requerido para redactar unas pocas notas acerca de unos selectos standards que hubiesen adornado el jazz, escribí una primera y breve lista. No todos eran temas nacidos en el útero de ese género: algunos eran canciones populares (¡populares e incluso pop!) que habían sido trasplantados, como provechosos esquejes, a ese mundo de humo y noche. Perdón por el tópico: asumo que también existe un jazz sano en estas nuevas generaciones, que no caerán en los pecados de sus mayores. Existe la leche desnatada, el café descafeinado, el vino sin alcohol y el helado sin azúcar, así que también debe existir el jazz que pueda interpretarse como música de fondo en un hogar del jubilado mientras juegan al bingo.
“The shadow of your smile” (La sombra de tu sonrisa) estaba en aquel presuroso primer listado. La actualidad ha hecho que avance su redacción, ya que su compositor musical Johnny Mandel (pronunciado con sílaba tónica en la “e”), falleció el pasado 29 de Junio de 2020 a la provecta edad de 94 años. No es esta la flor de la vida precisamente, así que aparcaremos el cliché de morir relativamente joven y destruido que tanto abunda en este mundillo del Jazz.
Mandel fue autor de unos cuantos éxitos, si bien algunos muchos más populares en su país de origen que aquí. Tal es el caso del tema principal del irreverente film “M.A.S.H.”, popularizado gracias a la muy longeva serie de televisión homónima . Su último episodio aún está entre los desenlaces de serie más vistos en la historia de la pequeña pantalla. En la película, la canción de aires folkies se adornaba con una cínica, desesperada, pero melancólica letra que invitaba a considerar la idea del suicidio como algo que no está del todo mal: “Suicide is painless”. La canción ganó el Oscar y aún pervive, apareciendo de vez en cuando alguna interesante versión.
Más en línea jazzística, otra de sus grandes composiciones fue para un título cinematográfico que revitalizó el género de Cine Negro en los años 60: “Harper”, protagonizado por Paul Newman, adaptaba la primera novela del muy recomendable Ross MacDonald y narraba el caso liderado por un ingenioso, terco e indisciplinado detective. Dónde en el género clásico había oscuridad y callejones, Johnny Mandel puso música a una investigación bajo los cielos de la soleada California durante los optimistas inicios de la década de los 60. El tema de los títulos de crédito es una pieza aparentemente ligera de jazz que -como aquel Lalo Schifrin de “Bullit”– podría acompañarnos mientas conducimos por una línea de costa.
Mas esa aparente ligereza de “Harper” no debe ocultar el talento de Mandel no solo para la composición, sino para los arreglos. Johnny Mandel fue un gran arreglista: para Sinatra, Count Basie, Shirley Horn, Natalie Cole, Tony Bennett… Un arreglista es un gran mecánico; un cirujano capaz de salvarte la vida a corazón abierto o de apagarte para siempre. Un gran arreglo redime una canción mediocre; un mal arreglo destruye la Belleza que yace en la mejor tonada.
“The shadow of your smile” es un absoluto standard de pop y jazz. Incontables versiones han sido grabadas y no dudo de que los royalties generados hayan ayudado a Mandel a llegar a tan avanzada edad. Pero entre ellas es de justicia destacar la fusión con la bossa nova que entraba en Norteamerica en aquel momento de la mano de incontables crooners, capitaneados por el Rat Pack. En puridad, esa adopción de “The Shadow of your smile” por la bossa nova cristalizó en la perfecta versión de Astrud Gilberto, arreglada por Claus Ogerman. La canción también se llevó el Oscar en su año. Estaba en la banda sonora de “The Sandpiper” (1965), que fue rebautizada como “Castillos en la arena” en España y fue un film escandaloso en su día. Vale, hoy no lo sería, pero entonces sí. Extra e intracinematográficamente.
Intracinematográficamente, porque narraba una relación adúltera entre una libérrima y casi hippiesca madre soltera, interpretada por Elizabeth Taylor, y un profesor y pastor protestante casado, Richard Burton. Extracinematográficamente, porque se trataba del gran romance mundial de la época. Los dos amantes habían colisionado kamasútricamente durante el rodaje de la mítica “Cleopatra” en Roma en 1962. Abandonaron a sus respectivos cónyuges y se echaron el mundo por montera bañados en alcoholes de alta gradación y calidad, convirtiéndose en carne de paparazzi. Pusieron sus carreras en serio peligro y su leyenda se fue alargando en sucesivas películas de calidad descendente, así como en páginas couché. Varios movimientos biempensantes no lo llevaban bien y ”Castillos en la arena” tocó nervio. Encima le pusieron música inolvidable, una canción que todo cantante o solista se peleó por grabar.
Tres genios, Sinatra, Count Basie y Quincy Jones, nos recuerdan en una gloriosa versión en directo que “The Shadow of your smile” (como “Les Feuilles Mortes/Autumn Leaves”) es una gran canción más que de Amor, de (des)Amor. Es una elegía, una evocación a algo que ya no está pero que no se olvida; algo inaprehensible pero enquistado dónde duele. Los versos de Paul Francis Webster, prolífico letrista, pueden parecer a muchos hoy cursis…, un ave lavandera, una playa, la arena, atardeceres, estrellas, labios y otras cosas adorables que han hecho de esta canción presa fácil para crooners blanditos en cualquier lengua. Pero parafraseando a Dashiell Hammett -que de cursi tenía poco- es el material del que están hechos los desamores.