“Batman”
Por David Breijo
Si vas a enfrentarte contra el Mal, mejor que te vaya la marcha. Mejor aún, búscate una marcha propia. Indiana Jones no sería lo mismo en sus “toma el tesoro y corre, que vienen los nazis” sin la fanfarria del maestro en fanfarrias, John Williams. Tan maestro es, que también compuso la de “Superman” (1978). La del Hombre de Acero más icónico y que las nuevas versiones aún no han igualado en popularidad.
Por eso cuando en 1989 -mucho, mucho antes de que el cine de superhéroes eclosionara como prolífico subgénero- la Warner decidió llevar al Hombre Murciélago a la gran pantalla, sabían que una de las claves del marketing cinematográfico iba a consistir en una poderosa banda sonora y en una marcha estimulante e inconfundible. “Batman” desplegó su capa y su oscura mirada bajo la ominosa composición del gran Danny Elfman.
Vd. escucha algo de Danny Elfman casi todos los días, lo afirmo con gran probabilidad de acierto. ¿Cada cuántas jornadas aparece en su salón la sintonía de “Los Simpson”, tras más de 30 años en pantalla y en inagotables reposiciones? Pues bien: su soniquete es obra de Elfman. Es esta su pieza más popular y que más royalties le aporta, sin duda. Pero los amantes de la música de cine tienen a este compositor por mucho más.
Nacido en Los Angeles en 1953, Elfman es para los amantes de las bandas sonoras, el hijo que hubiera nacido de un cruce de dos genios: uno, Nino Rota, autor de la música de casi todo Fellini y de “El Padrino” o “El Gatopardo”. El otro, Bernard Herrmann, quién fuera compositor del algunos de los Hitchcock más sembrados, como “Psicosis” o “Vértigo” y que mejor supo reflejar el tortuoso mundo interior del orondo inglés.
Elfman reproduce en su música la capacidad melodiosa del primero y el don para enervar del segundo y lo mezcla todo en píldoras que simbolizan la clase de pesadillas de las que uno no quiere despertar porque se hace adicto.
Por ello Elfman encaja tan bien con su cuate, Tim Burton, el enfant terrible del Cine Fantástico de los 80 y 90. Su cine ha ido decayendo, por desgracia. Pero algunos creemos que resucitará y que no hay que olvidar las grandes cumbres alcanzadas con títulos como “Eduardo Manostijeras” o “Bitelchús”. Y todas, todas, con Danny Elfman dándole la mano y pavimentando el camino con bandas sonoras inolvidables.
Batman no era un personaje ajeno al mundo audiovisual. Desde su nacimiento en 1939 en las páginas de “Detective Comics” a manos de Bob Kane y Bill Finger (al que recientemente se ha sacado del olvido) ya había tenido presencia en programas dramáticos radiofónicos y seriales cinematográficos en los años 40. Por supuesto, en la apoteósica y mitificada serie televisiva de los años 60, todo un icono Pop durante 120 episodios. Tras ese éxito, fue renovándose ocasionalmente en el mundo del cómic. Llamémoslo cómic, pero según la edad del lector puede que lo llame tebeo: el cómic sin complejos, común, del que comprabas en kiosco y que tenía sabor a regaliz y chicle. El tebeo de superhéroes que se vendió entre los 60 y los 80 en España y que se debatía mayoritariamente entre DC y Márvel.
Batman nació en 1939 como un Sherlock Holmes atlético y con capa, con su joven Dr. Watson vestido con absurdas calzas rojas y verdes, Robin. A lo largo de las décadas, esto ha dado lugar a chanzas irreproducibles. El emparejamiento de un héroe viril y maduro con un joven adepto era moneda común. Que se lo digan a nuestros bravos, amables y reaccionarios Roberto Alcázar y Pedrín, que no llevaban capa, pero daban tortazos como panes en una España a la que aún no había llegado el TechniColor.
La motivación de Bruce Wayne era doble: recorrer las oscuras calles de Gotham City en búsqueda de Justicia y la venganza. Dónde empieza una y acaba la otra, es una parte de su psique que se ha ido desarrollando en las últimas décadas en las que los cómics -dicen- “han alcanzado la madurez”. Y el cine lo ha reflejado: Batman ha ido cambiando de faz y ha ido avinagrándose. Tim Burton escogió para “Batman” y “Batman Vuelve” (también musicada por Elfman) al atípico galán, Michael Keaton. Un actor eficiente y dotado para la comedia, pero al que difícilmente se imaginaba con la apostura del Bruce Wayne del cómic más clásico. A modo de anécdota, el nombre auténtico de Michael Keaton es Michael Douglas. Tienen ustedes tres intentonas para adivinar por qué tuvo que cambiar su nombre artístico.
Tras él y con la franquicia Batman en marcha en los 90, aparecieron los más guapos Val Kilmer y George Clooney en films que dieron beneficios en caja, pero que acumulaban críticas terribles. Clooney llegó a pedir públicamente perdón por haber protagonizado “Batman & Robin” (1997), película cuyo mayor interés supuso el que a los uniformes de Batman y su acólito se le añadieran unos sensuales… pezones y que la BatGirl interpretada por Alicia Silverstone fuera rebautizada como “FatGirl” (Chica Gorda).
Tras los subsiguientes reboots (o sea, reinicios) de la franquicia, la crítica se puso mayormente a favor del nuevo Batman interpretado por el inquietante Christian Bale bajo las directrices del reputado director Christopher Nolan y su trilogía “Batman Begins” (2005), “The Dark Knight” (2008) y “The Dark Night Rises” (2012), que contaron para sus bandas sonoras con James Newton Howard y Hans Zimmer (compositor de “Gladiator”). Pronto llegará un nuevo reboot y esta vez con la cara de Robert Pattinson. Veremos.
Sería injusto hablar tanto de la cara de Batman en el cine, sin su cruz: el villano Joker, al que Tim Burton dispuso en el alucinado estilo habitual del gran Jack Nicholson; el malhadado Heath Ledger, fallecido antes de ver el éxito de su performance en “The Dark Knight” que le valió un Óscar postumo, fue seguido de Jared Leto. Finalmente, con Oscar al mejor actor y todo (algo impensable para el género de superhéroes hace décadas), el Joker ha sido interpretado recientemente por el intenso Joaquín Phoenix. El villano ha devenido también en una franquicia que irá creciendo, nos atrevemos a suponer.
30 años han pasado desde aquel primer “Batman” de Tim Burton. Hoy, los cinéfilos lo revisitan con mirada inocente. Un film con aspectos aún artesanales en sus efectos especiales y maquetas, ya que aún no estaban fuertes los departamentos de CGI (efectos especiales creados por ordenador). Lo que algunos también pensamos es que Tim Burton recibió poco después el encargo de hacer un nuevo Superman que iba a ser interpretado por un desmelenado Nicholas Cage. No llegó a realizarse pero quedan imágenes de trabajo de los preparativos. Hubiera sido una gloriosa locura y estamos seguros de que hubiera resultado otro film de superhéroes con banda sonora de Danny Elfman.