“Patton”
Por David Breijo
Hay una frase internacionalmente difundida que rebosa mala intención, si bien es compartida por muchos: “la inteligencia militar es a la inteligencia, como la música militar es a la Música”. Supongo que es una frase -en lo que a la Música respecta- nacida en parte de un rencor hacia lo marcial y, en otra parte de la asunción de que todo en ella son marchas, fanfarrias o cantos fúnebres.
El género Bélico se basa en gran medida en el reconocimiento y ensalzamiento de la figura del Héroe, más o menos anónimo. Héroe, antihéroe, héroe con fallas en su personalidad… Todo esto bien pudo ser el General S. Patton Jr. (la “S” es por Smith). El poder del Cine, en aquellos primeros años 70, bien puede quedar evidenciado por un título como este. En nuestros tiempos, el nombre y figura de alguien así bien hubiera podido quedar eclipsado excepto para estudiosos, eruditos e historiadores si Hollywood no hubiera rodado un film homónimo que logró gran éxito y premios. También prolongó algunas carreras como la de su director y también realizador de “El Planeta de los Simios” o “Papillón”, Franklin J. Schaffner (la “J” es por James) y lanzó definitivamente otras, entre las que se cuenta la de su guionista, Francis Ford Coppola, director posteriormente de otro título fundamental del género Bélico, “Apocalipsis Now”.
La composición musical estuvo a cargo de Jerry Goldsmith, uno de los más prolíficos compositores de bandas sonoras norteamericano, tanto para televisión en el comienzo de su carrera, como para cine a lo largo de cinco décadas. No era un autor tan entregado a la melodía como Elmer Bernstein, con quién competía en el terreno de géneros como el Western o el que hoy visitamos, el Bélico. Entendamos que no fue Goldsmith un autor popular en un sentido literal, o sea, reconocible por el oyente no interesado en bandas sonoras que sí sabe identificar, en cambio y por ejemplo, temas mundialmente célebres como “Los Siete Magníficos”, la tema de Lara de “Dr. Zhivago”, la canción de Casablanca aunque no sepan decir su título, “Moon River” y otra docena de temas selectos.
El film se abre con una tremenda arenga que hoy roza lo políticamente incorrecto (pueden verlo en inglés o en español, así como al Patton original) y retrata a lo largo de sus casi 3 horas momentos de la carrera profesional de Patton en la Segunda Guerra Mundial (había participado ya en la Primera) y la película no solo no evitó situaciones polémicas, sino que las abordó. Gran parte de ello se debe al uso para la redacción del guion, así como de su asistencia personal al rodaje, del General Omar Bradley y sus memorias. Bradley es interpretado por el sólido Karl Malden, la tercera gran nariz de Hollywood tras Jimmy Durante y Barbra Streisand.
Tengamos en cuenta que cuando se estrena “Patton”, los USA estaban ya hasta las trancas en Vietnam (no lo olviden al revisar ese monólogo inicial) y que el sentimiento de pacifismo que invadía a Norteamérica y que de alguna manera funcionó casi como una Quinta Columna hacia la derrota, vio con simpatía cómo Patton abofeteaba a un soldado bajo un ataque de nervios tras un desgastante combate. Es sin duda uno de los momentos más célebres del film que lucha por no ser meramente un retablo de batallas o anécdotas históricas, sino por meterse bajo la piel de un personaje muy especial. Tan especial, que le valió a George C. Scott un Oscar. Y este tuvo la chulería de rechazarlo, por creer firmemente en el concepto de que el arte de la interpretación se desvirtuaba en una competición banal como los premios de la Academia. Un par de años después, aunque por otros motivos, Marlon Brando haría lo mismo, tras haberlo obtenido bajo la batuta de Coppola en “El Padrino”. George C. Scott fue uno de esos actores que se labró la fama de duro e intransigente, adornado con matrimonios de ida y vuelta y regados de alcohol. De trato difícil e insolente, quedan testimonios como el de haber terminado una discusión a puñetazos con el ex púgil y director de cine John Huston, cuando este intercedió por Ava Gardner, hartita del acoso de Scott. Todo este melodrama aconteció durante el rodaje de “La Biblia”. Para más INRI, digo.
Existe un género musical Bélico identificable como el Western o el Fantástico y es cierto que en gran parte suelen adornarse con marchas arregladas en base de potentes secciones de viento metal. Pero como suele gustarnos aquí filtrar un poco de arqueología popera, recordemos que muchos de estos temas lograban celebridad al ser arreglados de acuerdo a las modas de los superventas de entonces: en “El Día más Largo”, la espléndida crónica del Desembarco de Normandía, entre el reparto de multiestelar estaba un joven Paul Anka, que compuso e interpretó el tema principal convirtiendo la elegía de aquel terrible día en un tarareo para adolescentes. Eso se dio en varias ocasiones más: metiendo con calzador en el reparto de “Doce del Patíbulo” al cantante de ascendencia mejicana Trini López para poder añadir una canción abiertamente pop en un film sobre misiones suicidas en pleno 1944. Y cómo olvidar esa cumbre de hippismo light con el tema principal de “Los Violentos de Kelly”. En medio, había acontecido la abierta defensa de la guerra del Vietnam en “Los Boinas Verdes”, dirigida por John Wayne, cuyo tarareo principal puede que los más virtuosos arqueólogos del pop español recuerden en la voz del exótico Kuldip. Y si no lo recuerdan, no se preocupen, que para eso está el cofre de los horrores de YouTube. Si sienten curiosidad, lean este fascinante retrato del personaje.
Y ya que el desvarío pop nos ha traído a España recordemos que Patton fue filmada en su mayor parte en nuestro país. Alrededores de Madrid, Segovia, Navarra o Almería hicieron de Norte de África, Sicilia o Las Ardenas. Desde los 50, España había aprovechado su orografía como plató para el cine norteamericano y ello conllevaba una astuta maniobra política para ayudar a normalizar nuestra situación internacional y realimentarse de mano con el Turismo. Para “Patton”, la Fox halló en nuestra nación no solo los escenarios, sino el equipamiento militar que el gobierno de Franco había ido adquiriendo a cambio del uso de las bases y, por supuesto, el propio ejército que se convertía en centenares o miles de figurantes pagados con el rancho o con no mucho más. España como provechoso escenario para el audiovisual internacional sigue activa; ahí está lo acontecido en los últimos años con “Juego de Tronos”. Eso sí, a veces Marruecos nos desplaza por ser más económico y manejable. Quizá como lo fuimos nosotros en aquellos años 60 del Desarrollismo.
Pero no prestamos a “Patton” y a tantos otros títulos un mero apoyo escénico y material. Repasando el equipo humano, vemos nombres que configuran una nómina internacional de nuestro cine y que no son conocidos por el gran público, pero merecen nuestro homenaje. Los más destacados, el director artístico Gil Parrondo, asturiano con dos Oscars en su haber, uno precisamente por este film. El maestro Parrondo aparte, me voy a permitir como placer personal citar a dos españoles más: uno, el ayudante de dirección José López Rodero, un hombre con un currículum asombroso y que ha desarrollado su carrera no solo con la admiración, sino la amistad de personas como el propio Schaffner, Richard Lester o Dino de Laurentiis y a quien le sorprendía que un modesto alumno de Producción identificara los títulos en los que había trabajado y se bebiera sus anécdotas, mientras los estudiantes de dirección estaban más entretenidos adorando su propio ombligo. Y, finalmente, a Tadeo (Teddy) Villalba, a quién tuve el honor de conocer un poco, solo un poco más, y que se fue sin habernos dejado una autobiografía que hubiera valido su peso en platino. Afortunadamente, su viuda y también directora de Producción, la veterana Sol Carnicero ha solucionado en gran medida esa falta.
Mirando otra vez la magnificencia visual de una obra como “Patton” e imaginando el despliegue y esfuerzo que llevaron a cabo, no podemos sino añorar cuando todos esos soldados, tanques, armas y efectos eran reales y no generados por ordenador. Que también es una técnica y puede llegar a ser un arte, sí, pero está causando la desaparición de varios otros. El signo de los Tiempos. Lo mejor que podemos desear es que, en cuanto a superproducciones, las grandes productoras sigan viniendo por aquí y las pausas sean meros entreactos.